lunes, 10 de octubre de 2011



Un nuevo mirar y un nuevo nombrar 


_ ¿Cómo debo de mirarlo ahora, cómo debo de llamarlo después de lo que hizo, él ya no es la persona que conocí? 


_ ¿Por qué? 


_Porque es diferente, no se da cuenta, era como todos nosotros, era bueno, amable y servicial. Yo pude pensar de cualquiera pero no de él, era imposible, no tenía lógica ni sentido. 


_ ¿Qué sentiste? 


_ ¿Qué? 


_ ¿Qué fue lo que sentiste tras el hecho? 


_Rabia, dolor, traición; más que todo traición. 


_ ¿Por qué traición? 


_Porque él era todo para mí, era alguien a quien admiraba y respetaba, pero se vinieron abajo todos esos sentimientos. 


_ ¿Por eso sufres? 


_Sí. 


_Pero él ya pago por lo que hizo. ¿No crees que merezca una nueva oportunidad? 


_Si y no… lo que pasa es que ahora es distinto, tiene una marca que la llevara siempre y eso lo hace diferente. 


_ ¿Por qué? 


_Podría volver a serlo, lo haría otra vez, cómo se podría confiar en él después de eso. 


_Dándole una segunda oportunidad. 


_Así nada más. 


_Somos seres humanos que cometemos miles de errores y no nacemos destinados a hacer el bien o el mal, podemos vernos envueltos en ambos lados y al final tomar una decisión para nuestro propio bien o mal. Y para eso se hicieron las segundas oportunidades, para poder corregir nuestros errores y poder vivir. ¿No lo crees así? 


_Sí. Pero cómo debo de mirarlo y de llamarlo… no sé cómo. 


_Deja que el tiempo decida eso por ti. Pero ten en cuenta que él necesita de tu afecto y de todo tu apoyo, si es una persona importante para ti, él también debe sentir lo mismo por ti. 


_Lo entiendo, pero aún no me respondes mi pregunta: ¿Cómo lo miro? 


_Míralo como tu igual, como otro ser humano.
El orgullo de las Musas 


Una noche cubierta de estrellas, en la cima del monte Helicón donde está ubicada la morada de las talentosas Musas, hijas de Zeus y Mnemosina, diosas de las artes como la poesía, la comedia y la música. Estaban esa noche todas en el jardín tocando de manera suave sus instrumentos, esperando la llegada de alguien. 

—La noche de hoy es adornada por las ochenta y ocho constelaciones que nos recuerdan la historia de poderosos seres que caminaban por la tierra hace tiempo —comentó Urania, la de los celestes ojos—. Y nuestro nuevo pupilo tiene una hora de atraso. 

—Descuida hermana es sólo un mortal y a ellos les cuesta ubicar las divinas moradas en donde habitan los inmortales — contestó Talía, la de la alegre sonrisa—. Aparte no olvidemos que el pobre es ciego y le costara más. 

—Es cierto. Es una lástima. Es un mortal joven pero tiene mucho talento. —dijo Clío, la de los históricos recuerdos. 

—Y eso es lo único valioso para nosotras. A pesar que perdió la vista conociendo las maravillas que tiene la tierra, no será el último ni el único de nuestros pupilos que haya sido ciego de vista pero grande de talento. —dice Calíope, la de gloriosa fama. 

—Aunque ustedes creen que pueda superar el gran talento de nuestro Orfeo. —dijo Euterpe, la de melódica voz. 

— ¡Por supuesto que no! Orfeo es muy talentoso y lo sigue siendo después de muerto. —comento Polimnia, la de profundas verdades. 

—Es cierto. Fue bueno que nuestro tío Hades, por mandato de nuestro padre Zeus, le concediera a Orfeo la gracia de deleitar a las almas recompensadas por los dioses en los jardines de los campos Elíseos. —dijo Tersícore, la de los suaves pies. 

—Sí. Pero volviendo con el nuevo, siento que su talento será tan grande y majestuoso que será admirado mucho más allá de nuestros tiempos. —dice Calíope. 

— ¿A qué te refieres con eso hermana?—pregunta Melpómene, la de los instantes trágicos. 

—Me refiero que si hacemos que todo su talento brote y le enseñamos a usarlo adecuadamente, puede hacer que los mortales no olviden completamente a los dioses como puede ocurrir en algún momento. —fue la respuesta de Calíope. 

—Por favor que tonterías estás diciendo Calíope. —dijo Urania. 

—No lo ven, queridas hermanas, acaso con el tiempo las estrellas no pierden su brillo y terminan por morir. 

—Pero los dioses son inmortales, cómo puede morir algo inmortal. Acaso dices eso por las palabras que dijo Apolo hace tres noches en el banquete olímpico. —dijo Polimnia. 

—Sí. Y lo que dice Apolo siempre se cumple. Es verdad, somos inmortales y no podemos morir pero si las personas nos cambian por otros y nos olvidan con el tiempo, no es lo mismo que estar muerto. —dijo Calíope con lágrimas en los ojos. 

—De ser así nuestro cruel destino, hagamos que él sea todo un orgullo para nosotras y que cada vez que un mortal lo escuche o lea algo propio de él recuerde los tiempos en donde los hombres y dioses vivían en la misma tierra. — dijo Clío. 

—Así será. Y haremos que otros se inspiren de él. —dijo Melpómene. 

—Así lo haremos. —respondieron todas las musas a la vez. 

En ese instante, sintieron una suave melodía que les indicaba cuando alguien entraba a su casa. Penetro en el jardín un hermoso joven, al cual las musas le sonrieron. 

—Por fin llegaste, tenemos rato esperándote. —le dijo Talía. 

—Perdónenme pero no logre ver bien el camino. —contesto el joven. 

—No le hagas caso a Talía, ella siempre hace preguntas sin sentido. —dijo Euterpe. 

—Volviendo contigo. Ya te decidiste, quieres que te enseñemos nuestras artes. —le pregunta Calíope. 

—Sí. Es lo que más deseo en este mundo y les prometo no defraudarlas. —fue su respuesta. 

—Eso esperamos todas. Por cierto, no conocemos tu nombre ¿Cómo te llamas?—pregunta Calíope. 

—Mi nombre es Homero, celebres diosas. 

—Muy bien Homero, comenzaremos ahora mismo.

domingo, 2 de octubre de 2011

El jardín de Hades y las joyas de Afrodita


Dicen que Hades, el dios de los muertos, es el más cruel y malvado de todos los dioses. Pero la verdad es que es el más tranquilo y justo de todos, tanto así, que la única vez que se le ha visto molesto es cuando un mortal baja al infierno, a tomar una de las garras de su mascota Cerberos para demostrar su valor y aún así lo deja ir. Una vez, estuvo paseando por la tierra como un mortal y se fijo en algo que llamo su atención, se trataba de un jardín lleno de hermosas flores. Lo que llamo más su atención fue la hermosura que mostraban las flores”— ¿cómo es posible que algo tan débil pueda mostrar tanta belleza?—” pensó Hades, y se llevó una de las flores para sembrarla en el infierno y así tuviera algo hermoso para admirar, pero apenas entro en su castillo, la flor se marchito completamente, volvió a intentar, pero volvió a ocurrir lo mismo, intrigado, llamó a Atenea, la diosa de la sabiduría, para que le diera un consejo. Cuando llego Atenea le explicó lo que quería, al terminar le dijo que fuera a llamar a Afrodita, ya que a ella le fueron concedidas las flores por su belleza. Al llegar Afrodita, Hades volvió a explicar, y a terminar Afrodita, desconcertada, le dijo:

 — ¿Cómo esperas que te ayude si es obvio que todo lo bello y vivo que tiene la tierra se muere al entrar a tus dominios?

 Hades, molesto, le dijo que para sus poderes no era tarea imposible si ella lo deseara, Afrodita, ofendida, empezó a discutir con él. Atenea paro la discusión diciéndole a ambos:

 —Hay una manera muy sencilla de resolver esto, con un cambio, si lo que deseas Hades es un jardín dale algo a Afrodita para que te lo conceda.

 A Hades le pareció buena idea y le preguntó cortésmente que le gustaría tener para crear el jardín, Afrodita siempre deseo tener joyas hechas con las piedras que se formaban en el infierno, ya que eran unas piedras muy hermosas y brillantes, las cuales les pertenecían a Hades. Así cerraron el trato y comenzaron a trabajar, Hades envió las piedras a Hefesto, el dios herrero, para forjarlas en joyas, en cuanto a Afrodita pidió ayuda a los gemelos, Apolo y Artemisa, para crear las flores.

Al cabo de un tiempo, Afrodita lucia las joyas más hermosas que la hacían ver mucho más hermosa de lo que era, ocasionando la envidia tanto para las diosas como para las mortales. En cuanto para Hades obtuvo también lo que quería, Afrodita había creado una hermosa flor blanca que se mantendría viva sólo en sus dominios, y la sembró cerca de su palacio. Ahora estaba más contento que nunca, solo que ahora que tenía un jardín, obtuvo otra razón para molestarse y se debía a que, ahora los mortales bajaban al infierno para tomar una flor como prueba de amor, pero aún así los deja ir.